DERIVA CONTINENTAL Y EXPANSIÓN DE LOS OCÉANOS
Deriva continental y expansión del fondo oceánico.
Durante los siglos XVI y XVII los cartógrafos observaron que las costas de América del Sur y África encajaban perfectamente si se aproximaban. Más tarde, en el s. XX se creía que las cadenas montañosas se habían formado porque la Tierra se enfriara y se contrajera. Como consecuencia había unas zonas arrugadas, las cadenas montañosas.
En 1912, Alfred Wegener enunció la teoría de la deriva continental, que le permitió explicar la forma y la disposición de los continentes y el origen de las montañas. Según él, hace unos 300ma todos los continentes estaban unidos formando uno (Pangea), rodeado por un océano. Esta comenzó a romperse hace unos 200ma, y los fragmentos viajaron a la deriva hasta alcanzar la posición actual. Explicaba el origen de las cadenas montañosas diciendo que cuando un continente iba a la deriva, si su zona frontal se encontraba con una resistencia, se plegaba. La principal objeción a esta teoría fue que no podía precisar cuales eran las fuerzan que movían los continentes. Propuso que podían ser fuerzas centrífugas generadas por la rotación de la Tierra y la atracción gravitacional del Sol y la Luna.
Pruebas de la deriva continental.
• Geográficas: las formas que presentan las costas de los continentes que bordean el océano Atlántico coinciden casi perfectamente. Así, por ejemplo, las costas de Sudamérica y las de África parecen encajar como dos piezas de un rompecabezas.
• Paleontológicas: se han encontrado fósiles de plantas y animales iguales a lado y lado del océano Atlántico en África y en Sudamérica. Estos fósiles corresponden a los periodos Carbonífero, Pérmico y Triásico de la historia geológica de la Tierra, lo que es evidencia de la conexión geográfica en el pasado y que hoy no existe.
• Geológicas: sobre los continentes a lado y lado del Atlántico existen estructuras geológicas formadas por rocas antiguas (200 Ma) que, de repente, acaban en el borde del continente y no continúan en el océano. Sin embargo, al estudiar las estructuras de Norteamérica y de Europa, coinciden: unas son la continuación de las otras aunque estén separadas por miles de kilómetros.
• Paleoclimáticas: estas evidencias se refieren a los climas en el pasado. En Norteamérica, Asia y Europa se ha encontrado evidencia de arrecifes coralinos antiguos y de otras marcas de ambientes pasados que sugieren que estas zonas estuvieron en una región tropical hace aproximadamente 330 Ma. Además, en América del Sur, África, India y Australia se han encontrado marcas de climas polares, lo que indica que antiguamente estas zonas estuvieron ubicadas cerca al polo Sur; esta es una muestra de que los continentes se han movido.
• Paleomagnéticas: estas evidencias se refieren a las características magnéticas del planeta y de las rocas antiguas. Consisten en datos recolectados de antiguas rocas que se originaron hace millones de años, que corresponden a la orientación magnética que presentan los materiales de los que están compuestas respecto al campo magnético de la Tierra. Se encontró que los continentes se han movido porque la orientación de sus materiales no corresponde a la colocación que se esperaría si hubieran estado siempre en la misma posición.
Expansión del fondo oceánico.
Las pruebas de su existencia son:
- El magnetismo: cuando se expulsa magma y este se enfría transformándose en roca, esta se orienta hacia el polo magnético del momento. Debido a esto, se forman bandas magnéticas simétricas a ambos lados de la dorsal.
- La edad de las rocas: son más antiguas las rocas que se encuentran junto al continente, y más jóvenes al lado de la dorsal.
- La capa de sedimentos: es más gorda junto al continente que al lado de la dorsal.
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